En 1488 conoció a su segunda
mujer, Beatriz Enríquez de Arana, con quien tuvo a su segundo hijo: Fernando
Colón.
Desde
muy pequeño se interesó por la navegación. Trabajó como grumete y sostuvo
contactos con marinos y geógrafos convencidos de la esfericidad de la tierra y
de la posibilidad de encontrar una ruta mas corta hacia las Indias, viajando
por Occidente; y así fue forjando su gran deseo de llegar a las Indias
Orientales, tierra en las que suponía que iba a encontrar grandes riquezas.
En 1484, cuando en España se
hospedó en el Convento de la
Rábida, interesó a los monjes sobre sus propósitos.
En 1486 los Reyes Católicos lo
recibieron por primera vez en Alcalá de Henares (Madrid), pero una junta de
expertos rechazó sus proyectos.
En 1492, finalmente, consiguió
el apoyo de los reyes de España, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla,
quienes aprobaron la organización de la expedición.
El 17 de
abril de 1492,
mediante las capitulaciones de Santa Fe, se concedió a Colón el título de
Almirante de la expedición, el de Virrey de la tierra que conquistara y el diez
por ciento de las riquezas que pudiera llevar a España.
El 3 de
agosto de 1492,
Colón partió de Puerto de Palos (España) y el 12 de octubre de ese año
desembarcó por primera vez la tripulación en la Isla Guanahaní,
rebautizada como San Salvador.
De
regreso a España, relató sus experiencias en "las Indias" y tuvo una
excelente recepción por parte de los Reyes Católicos. Con su apoyo, Colón
realizó otros tres viajes a América.
Olvidado,
triste y enfermo, el gran navegante falleció el 20 de mayo de 1506 en Valladolid, España,
en compañía de sus dos hijos y de dos de sus fieles marinos, y sin saber que
había descubierto "el Nuevo Mundo", un mundo hasta ese entonces
desconocido para Europa.
En 1537 se trasladaron sus
restos a la catedral de Santo Domingo, junto a los de su hijo Diego. En 1795, España cedió la isla
de Santo Domingo a Francia, pero ordenó que los restos de Colón fueran
retornados. Entonces una osamenta, que se creía era la de Colón, fue exhumada
de la catedral y trasladada a Sevilla. Sin embargo, en 1877, un grupo de
trabajadores desenterró en la catedral de Santo Domingo una urna de plomo,
sobre la que se leía: "Ilustrísimo y distinguido varón, Don Cristóbal
Colón".
Muchos dominicanos están convencidos de que los
españoles se equivocaron en 1795
y se llevaron los restos que no eran, por lo cual dos países reclaman ser el
lugar del descanso final de los restos del "descubridor" de América:
España (la Catedral
de Sevilla) y la
República Dominicana (Catedral de Santo Domingo).