Lunes 18. Día de la Solidaridad con las Víctimas del Atentado Terrorista a la Sede de la AMIA-DAIA.
Artículo 1º: En cumplimiento de la Ley
193/LCBA/99, el 18 de julio de cada año se dará lectura en todas las
instituciones educativas de nivel primario y medio, al inicio de cada turno, al
«Texto en Homenaje a las Víctimas del Atentado a la Asociación Mutual Israelita
Argentina (AMIA) y la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA)»
(Resolución Nº 1076/SED/99).
TEXTO EN HOMENAJE A LAS VICTIMAS DEL ATENTADO
A LA A.M.I.A.-D.A.I.A.
LEY N º 193 L.C.B.A.
El 18 de
julio de 1994 una bomba explotó en la sede de la A.M.I.A. (Asociación Mutual
Israelita Argentina), en el corazón de nuestra ciudad. Como consecuencia de
este feroz atentado 86 personas murieron y más de 300 resultaron heridas. Esta
cifra impactante crece aún más si consideramos a las personas que en esta
tragedia se quedaron sin su mamá, sin su papá, sin un hermano, sin un hijo.
Tomemos conciencia de que sus vidas cambiaron para siempre.
El ataque
estaba dirigido a la comunidad judía, pero atentaron contra toda la sociedad
argentina. En la explosión murieron niños y adultos, trabajadores, vecinos y
peatones. Nuestra ciudad y nuestro país se encuentran desde entonces
conmocionados por esta tragedia y entristecidos por la falta de justicia.
Ese lunes
había sido hasta entonces un día muy normal. Computadoras que se encendían,
puertas que se abrían, gente que buscaba trabajo, gente que pasaba por el
lugar, mientras alguna radio comentaba la final del mundial de fútbol. Nada
distinguía esa mañana de las demás.
Eran las
9:53 cuando una bomba destruyó la A.M.I.A.
El mundo se
detuvo. La vida se detuvo. Una escena de horror sembrada de muertos y heridos.
Escombros que sepultaron cuerpos, sueños y esperanzas. Caminantes que
detuvieron su marcha para siempre.
Las personas
no nacen repetidas; por eso, aquellos que fueron asesinados el 18 de julio de
1994 dejaron un enorme vacío en los corazones de sus familiares y de todas las
personas sensibles y solidarias.
Los
terroristas que colocan bombas no piden documentos de identidad para matar, no
les interesa edades, ni tan siquiera credos. Sólo necesitan cantidades: el
mayor número posible de vidas segadas. Su objetivo es sembrar terror, para
dañar las reglas de convivencias democráticas y pluralistas que se afianzaron
trabajosamente en la sociedad argentina. Por eso, no debemos olvidar la
barbarie desatada en el atentado. La memoria es el espejo en donde miramos a
los ausentes, pero también es el resorte que nos vincula al pasado y nos
permite construir el futuro con sabiduría. La memoria, como las plantas,
requiere riego continuo; gota tras gota, día tras día, año tras año. Hagamos
que se mantenga firme y fresca.
Condenamos
los actos terroristas en nombre del respeto a la vida. Queremos que se
esclarezca lo sucedido para llegar a la verdad; es necesario exigir que se haga
justicia, que la violencia atroz e indiscriminada no vuelva a repetirse, que
los sobrevivientes, los familiares y la sociedad argentina en su conjunto
puedan superar lo sucedido.
Queremos
vivir sin miedo y en paz. Apelamos a todos los hombres y mujeres para que en
cada acción promuevan la solidaridad y la convivencia entre los seres humanos.
"Ama a
tu prójimo como a tí mismo…" (Levítico 19, 18)
"Justicia,
Justicia perseguirás para que vivas…" (Deuteronomio 16, 20)