Día de los Veteranos y Caídos en Malvinas

El miércoles 5 de abril, con los alumnos de 7º"B", recordamos el DÍA DE LOS VETERANOS Y CAÍDOS EN MALVINAS.

La profesora Sabrina Tassara musicalizó este miércoles literario con un tema de Alejandro Lerner, titulado "La isla de la buena memoria", de su disco de 1983 "A todo pulmón".

En primer lugar, Michael leyó la letra del tema musical escuchado:


La isla de La Buena Memoria



Alejandro Lerner

Madre me voy a la isla
No sé contra quién pelear
Tal vez luche o me resista
O tal vez me muera allá.

Creo que hace mucho frío por acá
Hay más miedos como el mío en la ciudad.

¿Qué haré con el uniforme,
cuando empiecen a pelear?
Con el casco y con las botas
Ni siquiera sé marchar

No hay mal que no tenga al hombre
No hay un Dios a quien orar
No hay hermanos ni soldados
Ya no hay jueces ni jurados
Sólo hay una guerra más

Desde que llegué a la isla
No tengo con quien hablar
Somos miles los unidos
Por la misma soledad

Creo que hace mucho frío por acá
Hay más miedos como el mío en la ciudad

Ya se escuchan los disparos
Entre muerte y libertad
Cae mi cuerpo agujereado
Ya no podré cantar más.

Hizo demasiado frio por acá.
Hay más miedos como el mío en la ciudad.

No hay mal que no tenga al hombre
No hay un Dios a quien orar
No hay hermanos ni soldados
Ya no hay jueces ni jurados
Sólo hay una guerra más.

Y cada vez hay menos paz
Y cada vez hay menos paz

A continuación, Juan leyó:


Malvinas



A veces cuando en sueños, las veo aparecer
como perlas que emergen sobre un lecho de espuma
un ansia palpitante a mi corazón abruma,
al saberlas cautivas de un extraño poder.

Siento a sus vientos fríos tratándome de hablar,
trayendo sus lamentos con tono quejumbroso
y a sus gotas de lluvia en serpenteo azaroso
resbalar como lágrimas llorando su penar.

A la luna la observo sufrir en su pasar,
contemplar impotente y suplicar a su modo
que sean argentinos los días que vendrán.

Sólo es al sol incaico a quien lo veo animar
pues con sus rayos de oro lo bendice todo
y augura majestuoso, que se liberarán.



Aurelio Agustín Pernas


Continuó Daniel:

Veterano de Malvinas


Tu rostro sigue marcado
a través de tantos años
tu tristeza no se borra
tu valentía no se olvida.
Muchacho joven aún
de niño fuiste soldado
y supiste de la guerra
sin haberla deseado.
Las vivencias te dejaron
aquellos gritos ahogados.
Tu patriotismo no se mella
aunque fuiste derrotado.
Tu grito de libertad
en las islas usurpadas
se agiganta y da un abrazo
a todos como a un hermano.
Soldado que las quisiste defender,
tus camaradas allí quedaron,
desde el cielo hoy los cubre
un manto celeste y blanco.
Con emoción te agradecemos
soldado de las Malvinas
siempre en ti y en nosotros viven
nuestras islas argentinas.

Doménico Bova


Luego fue el turno de Maia:

La hermanita perdida




De la mañana a la noche,
de la noche a la mañana,
en grandes olas azules
y encajes de espuma blanca,
te va llegando el saludo
permanente de la Patria.

Ay, hermanita perdida.
Hermanita, vuelve a casa.

Amarillentos papeles
te pintan con otra laya.
Pero son cuarenta millones
que te llamamos: hermana...
Sobre las aguas australes
planean gaviotas blancas.
Dura piedra enternecida
por la sagrada esperanza.

Malvinas, tierra cautiva,
de un rubio tiempo pirata.
Patagonia te suspira.
Toda la Pampa te llama.
Seguirán las mil banderas
del mar, azules y blancas,
pero queremos ver una
sobre tus piedras, clavada.
Para llenarte de criollos.
Para curtirte la cara
hasta que logres el gesto
tradicional de la Patria.



Finalmente se cerró este encuentro literario con un poema titulado
 “Yo no calcé tu bota, compañero” 

El poeta y escritor Juan Carlos Distéfano fue uno de los primeros en glosar en versos la gesta de Malvinas. Su famoso poema “Yo no calcé tu bota, compañero” traducido a muchos idiomas y cuyos fragmentos les voy a leer a continuación, fue escrito un 20 de junio de 1982.
Alguien dijo que “no importa en la perspectiva de la eternidad el fracaso de los objetivos propuestos, sino el sentido y la magnitud del esfuerzo” y eso lo grita la gesta de Malvinas

“Soldado de mi Patria, muchacho de mi pueblo, mi criatura dormida, heredero del viento. Qué cunas te faltaban, qué trincheras te vieron, qué fosas insondables albergaron tus sueños. / Soldado de mi Patria, retazo de mi pueblo, misil de los ensueños. Te nombro y no te olvido, te busco y no te encuentro, te lloro por las noches y al alba aún me acuerdo. /Porque sos la memoria de mi Patria, y yo apenas tengo tu recuerdo. Porque sos la conciencia de la Patria y apenitas tengo su pañuelo”.
“Yo no calcé tu bota ni anduve a tu costado. Perdóname, te juro que lo siento. Yo no calcé tu bota de soldado, hermano y compañero. Me guarecí en el hueco de mi casa. Te supe afuera y me quedé adentro. Me fui a barajas… y te escribí estos versos”.
“Y tuya fue la niebla y los kelpers. Y mío el capote de repuesto. Yo, confortado en la cama de mi casa; vos, compañero, sin aliento. Yo no calcé tu bota, quedé en mis escritorios. Pobres trincheras de hombres muy pequeños. Yo me lavé las manos, Pilatos redivivo, te juro que lo siento”.
“Yo no soy digno de llamarte hermano, ni de que hables mutilado y muerto. Pero mírame con tus ojos limpios, criatura con fusil, misionero del viento. Yo no calcé tu bota de soldado. Es cierto. Te confieso y me confieso. Pero, mírame, mírame, te suplico. Abrí los ojos de hombre, niño muerto. Mírame, compatriota, una vez sola, una vez al menos. Yo no calcé tu bota. No anduve a tu costado. Perdóname. Fui cobarde. Perdóname, te juro que lo siento”.
























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