GIANNI RODARI


RECORDAMOS QUE EL MARTES 23 DE OCTUBRE SE CONMEMORÓ UN AÑO MÁS DEL NACIMIENTO DEL ESCRITOR ITALIANO GIANNI RODARI.




    Les cuento que RODARI nació el 23 de octubre de 1920, en  Piamonte, Italia.
En 1931, ingresó en un seminario católico de Séveso (Milán), y en 1934 empezó a cursar estudios en el Istituto Magistrale.
En 1937, recibió el título de magisterio en Gavirate.
Durante muchos años fue maestro antes de ser redactor del periódico Paese Sera y dedicarse a la creación literaria para niños. Sus obras gozaron de mucho éxito y entre ellas aparecen: Las aventuras de Cebollín,  Cuentos por teléfono,  Cuentos para jugar, El libro de los errores, La flecha azul, La tarta voladora,  Los transpiés de Alicia Paf de 1962 y Cuentos escritos a máquina (1968) entre otros.
En La gramática de la fantasía de 1973 reflexiona sobre la literatura infantil. En 1970, se hizo cargo de la edición italiana de las fábulas de Hans Christian Andersen.
En 1970 ganó el Premio Andersen. Visitó en varias ocasiones la Unión Soviética, donde sus libros se difundían por las escuelas. También viajó a Bulgaria y China.

Tras un último viaje a la Unión Soviética, ingresó el 10 de abril de 1980 en una clínica de Roma para someterse a una intervención en la pierna izquierda por la obstrucción en una vena, falleciendo el día 14 durante la operación, por insuficiencia cardíaca. Tenía 59 años.


DOS POEMAS DEL AUTOR DE “LA GRAMÁTICA DE LA FANTASÍA”

LA OREJA VERDE

Un día, en el expreso de Soria a Monteverde,
vi que subía un hombre con una oreja verde.

No era un hombre joven sino más bien maduro,
todo menos su oreja, que era de un verde puro.

Cambié pronto de asiento y me puse a su lado
para estudiar el caso de cerca y con cuidado.

Le pregunté:- Esa oreja que tiene usted, señor,
¿Cómo es de color verde si ya es usted mayor?

Puede llamarme viejo - me dijo con un guiño -
esa oreja me queda de mis tiempos de niño.

Es una oreja joven que sabe interpretar
voces que los mayores no llegan a escuchar:

Oigo la voz del árbol, de la piedra en el suelo,
del arroyo, del pájaro, de la nube en el cielo.

Y comprendo a los niños cuando hablan de esas cosas
que en la oreja madura resultan misteriosas...

Eso me contó el hombre con una oreja verde
un día, en el expreso de Soria a Monteverde.


UN NIÑO EN EL MAR
Conozco a un niño que es tan pobre
que nunca ha podido ver el mar.
El puente de agosto voy a ir a buscarlo
y en tren a la playa lo voy a llevar.
“¡Ahí está, mira!”, le diré.
“¡Este es el mar, te lo puedes quedar!”
Entre tanta gente, con su cubito,
podrá robar solo un poquito,
pero en los ojazos que abrirá
el mar entero se llevará.

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