"POR UN SECRETO" DE ÁNGELES DURINI
POR UN SECRETO
DE ÁNGELES DURINI
1
Tornado se quedaba quieto en el
muelle, tranquilo, dejando que el viento le susurrara en los obenques, clang,
otra vez, clang, mientras el marinero se acostaba boca arriba en la cubierta
del barco y se concentraba en los sonidos, pero no entendía nada.
—Contame tu secreto —le decía el
marinero al viento.
La respuesta del viento era la de los
barcos. Clang clang.
Entonces el marinero le hablaba a
Tornado, su barco del alma:
—Traducime el secreto del viento.
El barco seguía mezclando el sonido
de sus obenques con el de los otros barcos, formaban un coro moderato cantabile
en el medio de la noche.
El marinero estaba seguro de que el
viento le contaba un secreto a los barcos. Si por eso se había hecho marinero y
había construido a Tornado, para que Tornado se hiciera amigo del viento y le
descubriera el secreto. Tornado se había hecho amigo del viento y había
descubierto el secreto, y ahora el marinero no le perdonaba que no le tradujera
todas aquellas palabras.
Como le pareció que no iba a obtener
nada en puerto, al día siguiente, el marinero decidió zarpar. Y no pensaba
volver hasta no haber conseguido el secreto.
Llevó a Tornado muy lejos, mar
adentro. Casi se perdió dando vueltas en vano. Esperaba que el viento se
pusiera muy fuerte, lo dejaba gritar en las velas, escoraba el barco para que
golpeara en el casco, pero ni así podía encontrar lo que tanto andaba buscando.
Otras veces, cuando el viento se
calmaba, ponía atenta la oreja para escuchar el susurro del agua. Aunque era
inútil, hiciera lo que hiciera, no obtenía respuesta, ni del barco ni del
viento.
Hasta que un día, cuando el marinero
ya había perdido la noción del paso de las horas, escuchó una voz muy profunda
que le hablaba.
—Te diré mi secreto con una
condición.
El corazón del marinero se aceleró, casi
se le salía del pecho. Por fin le hablaba el viento. Quiso contestarle y al
principio no le salían las palabras, juntó saliva, abrió la boca y con un hilo
de voz le dijo:
— ¿Con qué condición?
El marinero estaba muy intrigado y
hasta orgulloso de que el viento quisiera algo de él, y seguro de que cualquier
condición iba a ser buena con tal de saber el secreto. Había preguntado para
poder cumplirla lo antes posible.
Entonces el viento le contestó:
—Que apenas te diga mi secreto, me
entregues tu voz.
"¿Mi voz?", se preguntó el
marinero, "¿para qué querrá mi voz? ¿tendrá miedo de que apenas sepa su
secreto lo esté diciendo por ahí? Yo no soy de esa clase de personas, pero si
el viento quiere mi voz, aunque me parezca una exageración, se la daré".
—Tendrás mi voz —contestó el
marinero, esta vez pudiendo sacar para afuera toda su voz.
Entonces, el viento le pidió que
acercara su oreja a los obenques de Tornado. Y cuando el marinero tenía la
oreja pegada a los obenques, le dijo su secreto.
Apenas los obenques dejaron de sonar,
el marinero sintió un dolor muy fuerte en la garganta. Se llevó las manos al
cuello y quiso gritar. Pero no salió ningún grito.
2
Del otro lado del mar había una isla.
En la isla vivía una pescadora.
Pescaba voces, las pescaba en el mar.
Todos los días entraba a la orilla y
tiraba las redes. Cuando pescaba las voces, las voces le hablaban y ella se las
quedaba escuchando. Luego las devolvía al mar y se iba a dormir contenta.
Un día pescó una voz muy grande. Tan
grande era que parecía todas las voces juntas. La voz, apenas pescada, no
dejaba de hablar: "Soy la voz de un marinero que me abandonó en medio del
mar. No sé por qué me entregó al viento, creo que por algún secreto. Un secreto
del viento. El marinero me entregó pero el viento ni siquiera se agachó a
recogerme. Dejó que me hundiera en el agua, que me perdiera de mi marinero. Y a
pesar de que mi marinero me abandonó, quiero volver a él, no puedo seguir así.
Me abandonaron el viento y el marinero, no sé por qué". Toda la tarde la voz
pescada estuvo lamentándose y contando. Entonces la pescadora decidió no
devolverla al mar y guardársela. Y al día siguiente, invitó a la voz a subir
con ella a una barca. La voz aceptó y se fueron a buscar al marinero.
Varios días estuvieron dando vueltas
con la barca mar adentro. La voz le describía el lugar a dónde la habían
entregado, de golpe gritaba: "¡Creo que es allí!". Entonces la
pescadora remaba y remaba hasta donde había señalado la voz, pero siempre se
encontraban con el agua y el cielo.
Siguió pasando el tiempo. La
pescadora con la voz en la barca.
Hasta que por fin distinguieron la
vela de un barco. La pescadora empezó a remar con todas sus fuerzas, y la voz
se puso a gritar como nunca había gritado antes. Fueron avanzando, avanzando,
cuando la voz se dio cuenta de que era Tornado.
Tornado estaba quieto, a duras penas
hamacado por la brisa. Apoyada en la baranda de la cubierta, se veía la cabeza
del marinero. Si la voz hubiera tenido garganta, se la hubiera desgañitado. La
pescadora le pidió al viento que acelerara su barca.
En eso, el marinero levantó la
cabeza, había escuchado a su propia voz que lo llamaba. Se dio vuelta en
dirección a donde venía la voz. Y allí la vio. Se la quedó mirando, y la
reconoció.
La voz se calló. Había mucho silencio.
La barca se encontraba a pocos pasos,
la pescadora remaba con los ojos clavados en el marinero. Ella también lo había
reconocido.
El marinero estiró los brazos, las
manos, las puntas de los dedos. Ya casi llegaba la barca. No podía dejar de
mirarla. Empujada por la brisa, venía hacia él. El secreto del viento.
FIN