JUAN RAMÓN JIMÉNEZ
PRESENTAMOS EL LIBRO DEL POETA
ESPAÑOL
JUAN
RAMÓN JIMÉNEZ,
TITULADO:
DIARIO DE UN POETA
RECIENCASADO
Juan Ramón Jiménez (1881-1958), Premio
Nobel de Literatura en 1956, es una de las cimas de la poesía española. La
publicación del DIARIO DE UN POETA RECIENCASADO en 1917 significó el comienzo de una nueva
época en la poesía: PORQUE NO SE TRATA DE
DECIR COSAS CHOCANTES…SINO DE DECIR LA VERDAD SENCILLAMENTE, LA MAYOR VERDAD Y
DEL MODO MÁS CLARO POSIBLE Y MÁS DIRECTO. Es con esta actitud suya donde están las
claves de la escritura directa, sin adornos, aparentemente sencilla: la poesía
pura, la poesía desnuda.
SALUDO DEL ALBA
¡Cuida bien de este día! Este día es la vida,
la esencia misma de la vida. En su leve transcurso se encierran todas las
realidades y todas las variedades de tu existencia: el goce de crecer, la
gloria de la acción y el esplendor de la hermosura.
El día de ayer no es sino un sueño y el de
mañana es sólo una visión. Pero un hoy bien empleado hace de cada ayer un sueño
de felicidad y de cada mañana una visión de esperanza. ¡Cuida bien, pues, de
este día!
Traducción del Sánscrito por Juan Ramón Jiménez.
El sánscrito es
una lengua clásica de
la India,
además de una de las lenguas indoeuropeas más
antiguas documentadas, después del hitita y
el griego micénico.
Del
capítulo I
HACIA
EL MAR
AMANECER
…¡Qué malestar, qué
sed, que estupor duro
entre esta confusión
de sol y nube
de azul y luna, de
la aurora retardada!
Escalofrío. Pena
aguda…
Parece que la aurora
me da a luz,
que estoy ahora
naciendo,
delicado, ignorante,
temeroso
como un niño.
Un momento volvemos
a lo otro
-vuelvo a lo otro-,
al sueño, al no nacer -¡qué lejos!-
Y tornamos –y torno-
a esto,
solos –solo…-
Escalofríos…
Del
capítulo III
AMÉRICA
DEL NORDESTE
TORMENTA
New York, 15 de abril
No se ve y se ven momentáneas
luces blancas. Nervioso, espero un trueno que no oigo. Y quiero apartar con las
manos el enorme ruido de taxis, de trenes, de tranvías, de máquinas de remache,
y abrirle paso al silencio para que me anegue en su golfo de paz, en cuyo cielo
sienta yo sonar y pasar la tormenta.
No sé si el trueno está o no está.
Es como cuando en la sombra imborrable de una noche apartada de campo, creemos
que hay alguien a nuestro lado y lo sentimos encima sin verlo. Qué infinidad de
taxitos, de trncitos, de tranvitas, de casitas en construcción, por la breve
inmensidad de mi cabeza! Hasta hoy, que no oigo, en
la tormenta, el trueno, no he oído qué ruido era este de New York…
Llueve. No se ve. Y
se ven momentáneas luces blancas.
JRJ