POEMAS SOBRE EL OTOÑO
PARA MIS ALUMNOS DE LA ESCUELA Y LECTORES DE POESÍA:
LES DEJO CUATRO POEMAS SOBRE ESTA BELLA ESTACIÓN. LEAN Y DISFRUTEN...
LES DEJO CUATRO POEMAS SOBRE ESTA BELLA ESTACIÓN. LEAN Y DISFRUTEN...
AMANECER DE OTOÑO
Una larga carretera
entre grises peñascales,
y alguna humilde pradera
donde pacen negros toros.
entre grises peñascales,
y alguna humilde pradera
donde pacen negros toros.
Zarzas,
malezas, jarales.
Está la tierra mojada
por las gotas del rocío,
y la alameda dorada,
hacia la curva del río.
Tras los montes de violeta
quebrado el primer albor:
Está la tierra mojada
por las gotas del rocío,
y la alameda dorada,
hacia la curva del río.
Tras los montes de violeta
quebrado el primer albor:
a la espalda la escopeta,
entre sus galgos agudos,
entre sus galgos agudos,
caminando un cazador.
ANTONIO MACHADO
MARIPOSA DE OTOÑO
La mariposa volotea
y arde —con el sol— a veces.
y arde —con el sol— a veces.
Mancha volante y llamarada,
ahora se queda parada
sobre una hoja que la mece.
ahora se queda parada
sobre una hoja que la mece.
Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.
No estás enfermo. Te parece.
Yo tampoco decía nada.
Y pasó el tiempo de las mieses.
Y pasó el tiempo de las mieses.
Hoy una mano de congoja
llena de otoño el horizonte.
Y hasta de mi alma caen hojas.
llena de otoño el horizonte.
Y hasta de mi alma caen hojas.
Me decían: —No tienes nada.
No estás enfermo. Te parece.
No estás enfermo. Te parece.
Era la hora de las espigas.
El sol, ahora,
convalece.
El sol, ahora,
convalece.
Todo se va en la vida, amigos.
Se va o perece.
Se va o perece.
Se va la mano que te induce.
Se va o perece.
Se va o perece.
Se va la rosa que desates.
También la boca que te bese.
También la boca que te bese.
El agua, la sombra y el vaso.
Se va o perece.
Se va o perece.
Pasó la hora de las espigas.
El sol, ahora, convalece.
El sol, ahora, convalece.
Su lengua tibia me rodea.
También me dice: —Te parece.
También me dice: —Te parece.
La mariposa volotea,
revolotea,
y desaparece.
revolotea,
y desaparece.
PABLO NERUDA
OTOÑO
I
Plátanos de mi avenida.
Hoy veo caer en las veredas
sus hojas amarillas.
Lloran lágrimas de soledad,
tal como el alma mía
en esta tarde otoñal.
Sus troncos ya están viejos.
¡Cómo quisiera verlos
erguidos,
sanos, enteros!
Los senderos crujientes,
bajo un tapiz de ocres intensos,
son recorridos por otros seres.
____________
Ya el crepúsculo llega.
Pinta todo de sombras,
los árboles y el cielo.
En vano busco las estrellas
entre los gigantes de cemento.
II
Sobre las verdes aguas
del lago terso,
patos coloridos
se deslizan
con movimientos perfectos.
Tarde de domingo,
de sombras y luces.
De viento frío
que retarda mi andar
solitario y parejo.
Los rayos del sol
van desapareciendo
en el atardecer
delicado e intenso.
¡Paisaje del otoño sereno!
El parque es pura energía
que me embriaga
y me conduce
a evocar momentos
de mi vida.
Y soy otra vez
el joven estudiante
de inmensa risa
que iba por esas calles
soñando amores
en noches amigas.
¡Has vuelto, en mi recuerdo,
juventud
querida!
RAFAEL
GARCÍA