Las cosas que odio y otras exageraciones.

LAS COSAS QUE ODIO Y OTRAS EXAGERACIONES de Ana María Shua.


Las cosas que odio y otras exageraciones testifican –poesía mediante-, aquello que los chicos no quieren que les digan, hagan o pidan, además de poner en evidencia las obsesiones de los adultos que, inevitablemente, se depositan en los niños.

“Los odios” más comunes de los chicos a bañarse, a tomar sopa, a los regalos que no sirven para nada y “los odios” más habituales de los adultos a albergar mascotas o a no tener limpio y ordenado, se combinan de una manera que Ana María Shua eligió contar con humor. Estas son exageraciones especiales para compartir entre padres e hijos; para reír y reflexionar.



Las cosas que odio

Odio que me acaricien la cabeza
y que me escriban mal el apellido.
Odio toda la fruta excepto las cerezas.
Odio a los árboles porque tienen arañas
 y a las películas dobladas en España.
Odio que nos visite gente extraña
porque me obligan a poner la mesa.
Y también odio que nos visiten conocidos
porque saben cómo se escribe mi apellido,
pero siempre me acarician la cabeza.

Mascotas

Odio que no me dejen
tener mascotas.
No pretendo jirafas
no pido focas,
solo quiero un amigo
con quien jugar,
peludo y calentito
para abrazar,
y no esos tontos peces
para mirar.

Y como en casa no entran
perros ni gatos
porque mamá me dice
que dan trabajo
me fui solo a la feria,
(la de animales)
y compré tres mascotas
esta mañana
que tengo aquí escondidas
bajo la cama.

Son grandes y peludos y lustrosos,
hacen piruetas y son cariñosos,
son buenos, obedientes y educados
mis tres microbios domesticados.




 Me encantan los dentistas

Yo tengo una amiga con más dientes
de los que usa la mayoría de la gente.

Tenemos muchas cosas en común:
nos gusta la ensalada con atún,
los domingos canjeamos revistas,
y a las dos nos encantan los dentistas.

 Mi amiga es tan prolija y obediente
que jamás comería un caramelo
por cuidar de sus muelas y sus dientes.
En su vida probó una golosina
porque sabe que el azúcar es dañina.
Y siempre se limpia con hilo dental
para que nada le vaya a hacer mal.

Pero a veces su mamá la reta un poco:
“Diana Laura, perdoname que insista:
 aunque luego te cepilles bien a fondo,

no está bien que te comas al dentista.
 ¿Por qué no te portás como tu amiga,
que es ejemplo de buena educación?
 Aunque vea un odontólogo sabroso
se conforma con darle un mordiscón”.






 Yo odio bañarme ¿Y usted?

Odio bañarme cuando el agua está caliente.
Castañetean los dientes
y me arden las rodillas lastimadas.
Entro muy despacito, acalorada, 
y no me gusta nada.

Odio bañarme 
cuando el agua está muy fría.
Me da piel de gallina.
Se me ponen las rodillas coloradas.
Tengo que entrar de golpe,
congelada,
y no me gusta nada....


 Odio estar en el agua tanto rato:
No soy nutria, ni hipopótamo, ni pato.
Soy una niña de piel delicada
Que pronto me va a dañar tanta lavada,
Al quitarle los aceites naturales.
¡Los baños no son sanos ni normales!


Odio bañarme porque el agua es aburrida
mala, tonta, molesta, enjabonada:
aunque no esté caliente ni fría,
¡Igual está mojada !













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